A lo largo de mi vida laboral me he encontrado con personas y profesionales que brillan con luz propia y con una fuerza de empuje que contagia a los demás, subalternos, jefes incluso departamentos completos.
Esta fuerza motora de ciertas personas podemos identificarla como una de las habilidades o competencias de la inteligencia emocional. “La automotivación”.
La automotivación se entiende como esa capacidad y habilidad innata de movernos hacia nuestros objetivos por nosotros mismos sin esperar que una tercera persona nos motive o determinada situación suceda para actuar, o como algunos dicen, esperando a que las estrellas se alineen.
Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional refiriéndose a la automotivación nos dice lo siguiente: “…Y en la medida en que estamos motivados por sentimientos de entusiasmo y placer con respecto a lo que hacemos-o incluso por un grado óptimo de ansiedad-, esos sentimientos conducen a los logros. Es en ese sentido que la inteligencia emocional es una aptitud superior, una capacidad que afecta profundamente a todas las otras habilidades, facilitándolas o interfiriéndolas.”
En la automotivación hay tres elementos que considero claves: el impulso, la persistencia y uso positivo de las emociones. Son precisamente estas características las que he visto en muchas personas que han logrado sus metas a pesar de las dificultades y obstáculos que se presentan y que se mantienen en constante evolución y crecimiento dentro y fuera de una organización. Personas con un impulso innato, una iniciativa sobresaliente, que persisten y no se desaniman con los obstáculos y que mantienen un pensamiento positivo y constructivo.
La automotivación es vital para poder fijarse metas y objetivos laborales y profesionales más allá de los establecidos incluso por la organización, nuestra Jefatura o Departamento.
La automotivación nos permite seguir aprendiendo y desarrollarnos. Como sabemos, la educación y actualización continua ya no es un “wish” sino un “must” en las relaciones laborales actuales, en un mundo tan acelerado y cambiante es necesario mantener el ritmo de las nuevas tendencias, enfoques y metodologías. Es esencial para los profesionales que tengan su propio empuje e iniciativa para aprender. Si bien en el ámbito laboral las organizaciones deben facilitar y abrir esos espacios de capacitación y formación, el primer interesado y el que debe tener la motivación primigenia de aprender es la propia persona, es el propio colaborador quien debe tener esos deseos de aprender, crecer y diversificar sus conocimientos y aptitudes (upskilling y reskilling).
Hoy día tenemos a nuestro alcance gran cantidad de opciones de capacitación presencial, en línea, sincrónicas, asincrónicas, gratuitas, de pago, grupales, individuales, etc. Teniendo tanta diversidad y oferta de capacitaciones debemos como profesionales buscar estas opciones sin quedarnos esperando qué capacitación me ofrece o no mi organización. Si la organización tiene un centro de formación o de excelencia, becas u ofrece capacitaciones para el personal es un plus y son una gran oportunidad para el empleado y se recibirá con alegría y apertura, pero quien debe formarse primeramente y estar preparado es el propio colaborador o profesional no sólo para un trabajo específico, función o tarea, sino para su vida y futuro profesional.
La automotivación también es útil para enfrentar los conflictos y problemas laborales que puedan presentarse. Este empuje propio permite adentrarse en la búsqueda de soluciones diversas, creativas y constructivas. Las personas con automotivación no se quedan enlodadas en la parte compleja del conflicto, viendo sólo los perjuicios, efectos negativos y dificultades, sino que ese motor interno los impulsa a salir de ese ciclo nocivo para buscar soluciones. Hay personas que sólo le ven problemas a las cosas y otras que buscan soluciones, de ahí deriva el dicho “hay que traer soluciones no problemas” que utilizan muchas personas en el ámbito laboral. Y no dejan de tener razón, el fin último de este dicho explica que concentrarse en el problema por el mero problema sin buscar solución o aprendizajes es improductivo y poco constructivo. Las personas automotivadas cuando deben exponer un problema llevan el conflicto en una mano y las propuestas de solución y de mejora en la otra y esto les abre puertas a nivel laboral y profesional.
La automotivación como una de las habilidades o competencias de la inteligencia emocional es un elemento clave para el desarrollo profesional y para la vida en general, con la ventaja que puede ser practicado, estudiado y potenciado. Esto no quiere decir que no se pueda recibir colaboración o motivación de agentes o personas externos, por supuesto que sí, y serán bien recibidos. Lo importante es que no debemos esperar esos agentes externos para ponernos en movimiento para cumplir nuestros objetivos, metas y sueños.
¡Así que adelante, a ponernos en movimiento en busca de nuestras metas y sueños personales y laborales!.
Rolando Perlaza / Licenciado en Derecho / HR & Legal Manager