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Jornada Laboral Recursos Humanos Salud

Motivación en pausa. ¿Qué está pasando con tu equipo?

Lilliana Rivas
Lilliana Rivas |

En el día a dEn el día a día del trabajo, entre reuniones, pendientes y metas por cumplir, a veces se nos escapan señales importantes… como la forma en que se siente el equipo. ¿Te has preguntado últimamente cómo está el ánimo de las personas que trabajan contigo? ¿O sientes que algo ha cambiado, pero no sabes bien qué?

La motivación del equipo puede fluctuar, y si no la cuidamos, empieza a reflejarse en la forma en que trabajamos, colaboramos y logramos objetivos. Hoy quiero compartirte algunas señales que podrían indicar que tu equipo no está en su mejor momento… y también ideas muy prácticas para revertir la situación.

Empecemos con esas señales que no debemos ignorar:

1. La productividad empieza a bajar: Los tiempos ya no se cumplen como antes, hay más errores o las tareas pierden calidad. Cuando el equipo se siente desconectado, esta suele ser una de las primeras señales; aparece la desconcentración y la falta de atención a los detalles.

2. Falta de iniciativa: Ya no hay nuevas ideas, ni entusiasmo por empezar proyectos, ni ganas de ser tomado en cuenta. Incluso puede parecer que ya no es necesario opinar cuando baja la motivación, también lo hacen la creatividad, la cooperación y las ganas de integrarse.

3. Aumentan las ausencias o los retrasos: Cuando alguien empieza a llegar tarde con frecuencia o a faltar, puede ser una forma silenciosa de decir: “no me siento bien con lo que estoy haciendo”. Incluso en reuniones virtuales se nota cuando alguien está ausente emocionalmente, no interactúa, solo responde si es necesario.

4. Cambios de actitud: Discusiones innecesarias, menos colaboración o un ambiente más tenso. La forma en que nos relacionamos dice mucho del estado emocional del equipo. Puede haber resistencia a los cambios, descontento con ciertas tareas o una actitud más a la defensiva.

5. Comunicación más distante: A veces no es solo que alguien hable menos… es que hay algo más profundo pasando. La tristeza también se muestra en silencios, en respuestas cortas, en evitar reuniones, y conforme pasa el tiempo, esto se acentúa. Si no lo notamos, esa desconexión puede crecer sin darnos cuenta, por esto es muy importante estar atentos, acercarnos con empatía y abrir espacios seguros para conversar puede marcar la diferencia.

6. Ganas de irse: Cuando empiezan los rumores de entrevistas, o escuchamos comentarios como: “me van a despedir” o “ya buscan mi reemplazo”, son señales claras de que algo no va bien y hay que actuar de inmediato.

7. No sentirse valorados: Muchas veces no es un tema de salario ni de cargos, sino de sentir que el esfuerzo no se reconoce ni se agradece, eso duele. Entonces unas palabras, un gesto, notar el trabajo bien hecho, una felicitación personal, directa… y ¿por qué no? también frente a todo el equipo. Los triunfos se celebran en público. Aprendamos a elogiar, cuando eso falta, la motivación se apaga y crece la desconexión.

Pero… ¿por qué pasa?

La desmotivación no aparece de un día para otro. A veces, es una mezcla de muchas cosas:

  • No saber bien por qué hacemos lo que hacemos.
  • Un ambiente cargado o lleno de conflictos.
  • Sentir que no hay posibilidad de crecer o aprender algo nuevo.
  • Falta de reconocimiento, aunque se esté dando el 100%.
  • Incluso, situaciones personales que también afectan en el trabajo.

¿Qué podemos hacer?

No hay soluciones mágicas, pero sí muchas acciones reales que pueden marcar la diferencia:

  • Escuchar de verdad, crear espacios donde las personas puedan hablar sin miedo. A veces, lo que más necesitan es sentirse escuchadas.
  • Agradecer más. Un “gracias por tu esfuerzo”, un “buen trabajo” o un simple “aquí estoy para ayudarte” puede tener un impacto enorme.
  • Ofrecer oportunidades, espacios para crecer, proponer ideas o asumir retos. Hacer que se sientan importantes y valorados.
  • Mejorar el ambiente, fomentar el respeto, la colaboración y una comunicación clara. Un equipo que se siente bien trabaja mejor.
  • Recordar el propósito de volver a conectar al equipo con el “para qué” de lo que hacen, ese sentido de pertenencia, que su trabajo tiene un impacto genera motivación.

A veces solo necesitamos detenernos un momento, mirar a nuestro equipo y preguntarnos:

¿Están bien? - ¿Se sienten valorados? - ¿Qué puedo hacer yo, para ayudarles a sentirse mejor?

Puedes iniciar tu próxima reunión de seguimiento con una pregunta tan genuina como:

“Antes de entrar en los proyectos, cuéntame: ¿cómo te sientes hoy? ¿Cómo va Manzano, tu gatito? ¿Has tenido tiempo para tus hobbies últimamente?”

Cada persona es única y necesita cosas diferentes, pero cuando alguien se siente escuchado, reconocido y tomado en cuenta… todo cambia. El bienestar del equipo no es solo responsabilidad de Recursos Humanos o de la persona líder; es un compromiso compartido.

Cuidar la motivación equivale a fortalecer los cimientos de nuestro trabajo. Aunque no siempre sea sencillo, el esfuerzo siempre vale la pena.

Si contamos con un equipo motivado… todo fluye mejor.
Lilliana Rivas. / Recruiter Supervisoría

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